miércoles, 8 de julio de 2015

La Universidad Tecnológica en Avellaneda

La Universidad Tecnológica Nacional es una universidad pública de la Republica Argentina, que fue creada durante la presidencia de Juan Domingo Perón en el año 1948, con el objetivo de formar profesionales para la industria argentina, que en ese momento se estaba desarrollando. En un comienzo esta era llamada Universidad Obrera Nacional, y luego en 1959 fue creada oficialmente lo que hoy conocemos como la UTN.

La Universidad Tecnológica Nacional tiene diferentes facultades. Una está ubicada en Avellaneda, pero por todos los vecinos de las localidades aledañas es mejor conocida como la UTN.
Está ubicada en la calle Ramón Franco al 5050, entre las calles San Vicente y Carlota de Dominico, Villa Dominico, partido de Avellaneda. Es fácil de encontrar debido a su magnitud como edificio, además de estar bien señalizado o por encontrarse también junto al Polideportivo Gatica sobre la Avenida Mitre, principal camino a Capital o de regreso a Zona Sur.
 
Hay variadas formas de llegar al lugar. La última vez que viaje allí tome el colectivo 98 n°5 y en tan solo 20 minutos ya me encontraba bajando en frente del lugar.
Aunque también, otra forma de viajar además de los colectivos puede ser tomando el Tren Roca, desde Constitución.
 
Al llegar a la entrada te encuentras con el cartel, casi imposible de no ver, con el nombre de la institución. Pasando por el umbral de la entrada, recorriendo un camino que te lleva hasta el edificio, te encuentras a un costado con un amplio estacionamiento perteneciente al lugar y del otro lado varias piezas de inventos, que por instinto te das cuenta que pertenecen a alumnos o ex-alumnos.
 
Mas adelante, casi a punto de subir las escaleras para acceder a la universidad me encuentro con una placa la cual explica la creación de la Universidad Tecnológica Nacional.
Ya dentro del edificio observo una cantidad considerable de alumnos conversando, así como también personas adultas que parecen ser profesores o personal del lugar. Sin pedirme ninguna autorización o algo que notificara que soy alumno, me tome la libertad de pasear por el lugar como un estudiante más. Viendo aulas con jóvenes dentro en clase, así como también una muy bonita biblioteca en donde reinaba el silencio y la concentración.
Aparte a la vista, en los pasillos abundaban los afiches anunciando talleres tanto como para relacionarse con otros compañeros en actividades de tiempo libre, para incorporar nuevos conocimientos o para reforzar otros que no hayan entendido los estudiantes.
Recorriendo todos los pasillos del edificio me encontraba en alguno de ellos con laboratorios, que me hacían sentir cierto sentimiento de entusiasmo, que quizás los mismos estudiantes sentían al ingresar.
Luego de recorrer esos pasillos, llegue a uno que llamaba la atención de cualquiera pues en la pared, de punta a punta, estaban colgados cuadros o mejor dicho fotos de lo que luego me entere, eran desaparecidos, que debían haber estado relacionados con la universidad. Con una placa al final que le ponía nombre a todo ese corredor, y en ella decía "Pasillo de la Memoria". Esta placa tiene fecha de este año 2015, y ver esto la verdad hace sentir orgullo por un lado y vergüenza junto con dolor por el otro. Orgullo porque hasta el día de hoy se los recuerda de esta forma tan honrosa. Pero vergüenza y dolor porque se perdieron las vidas de tantas personas.

En ese momento decidí tomar un poco de aire y despejarme y descubrí que la UTN es uno de los mejores lugares para eso. Salí hacia el parque y quedé maravillado con el gran espacio abierto que había, abundante vegatación, árboles, pájaros. Un campo abierto y una especie de bosque dentro de la universidad en la que la mayoría de los alumnos pasan allí su tiempo libre o lo usan también como lugar de estudio. Luego de reposar un rato allí, decidí seguir adentrándome más allá de esos maravillosos lugares. Llegué a un gimnasio grande en el cual funciona una cancha de handball y de futsal donde se destacan muy buenos deportistas que son también estudiantes de otras universidades de la zona, me quedé un rato observando los partidos que de verdad eran muy entretenidos, hasta me dieron un poco de ganas de empezar a jugar. Salí de vuelta al parque y me dirigí más al fondo todavía, donde me encontré con dos canchas de volley que al parecer también habian sido utilizadas hace poco tiempo por unas chicas. Y al final, detrás de todo esto, una cancha de fútbol nro. 11 que se encontraba en perfecto estado, muy bien mantenida. Y como si fuera poco, hacia el final del parque, en uno de los paredones que da a la calle, había una puerta que daba directamente a la estación de Villa Dominico, por donde pasaban decenas de alumnos a cada rato. Algo que resulta ser muy practico, los alumnos bajan del tren y están en la universidad. Volvimos por el otro costado del parque y nos encontramos con otro estacionamiento lateral y una puerta que nos llevaba al comedor principal.
 
Ya llegando al extremo del interior del edificio, me encontré con el comedor. Un enorme salón donde una gran cantidad de jóvenes se encontraban relacionándose. Los precios eran cómodos al igual que satisfactorios para cualquiera, y la variedad tanto de comida como de bebida no dejaba afuera a nadie.
Así también para los que veían el recreo como algo más que comer, tenían la oportunidad de disputarse con sus compañeros un partido de ping pong, cosa que sorprendía, al menos para mis ojos, que algo como una mesa de este juego fuera situado dentro de una facultad.
Después de disfrutar una muy buena hamburguesa completa con papas y gaseosa incluida, la cual recomiendo mucho, terminé mi paseo por el lugar. Me dirigí hacia la salida muy satisfecho y con ganas de volver pronto para seguir conociendo y aprendiendo cosas de un reconfortarle lugar de la ciudad de Avellaneda.





Christian Quaglia - Lautaro Enciso - Gonzalo Carol

miércoles, 1 de julio de 2015

Independientemente Avellaneda

Avellaneda es una ciudad con una gran tradición futbolística, desde hace más de 100 años. Tal es así que hay cuatro clubes que la componen que son Independiente, Racing, Arsenal y Dock Sud. Independiente y Racing conforman el "Superclásico de Avellaneda"

Les voy a hablar de Independiente, club del cual soy hincha fanático y lo que significa en mi vida. El estadio del club, llamado "Libertadores de América" está ubicado en las calles Alsina y Bochini y para llegar allí los colectivos 95 y 295 son la mejor opción, dejando a quienes quieran ir ahí, a pocos metros del estadio. Durante los días en los que hay partido en el estadio, si se quiere venir en auto desde Capital o zonas cercanas a Avellaneda, lo mejor es arribar hasta Alsina y la Avenida Belgrano, caminando unas 6 cuadras por la calle Alsina para ingresar a los accesos del estadio.

Independiente es un club grandísimo con una historia muy rica. Fue fundado el 4 de agosto de 1904, en el barrio porteño de Montserrat. Conocido como "El Rojo" este club fue ganador de 14 títulos nacionales y 16 títulos internacionales, y además, es el club que más ganó la Copa Libertadores de América en 7 oportunidades (4 de ellas de manera consecutiva, único club en lograrlo en la historia).

Pero hablar de Independiente es hablar de un amor que sabés que es para toda la vida, es hablar y enorgullecerte hasta el alma. Un orgullo y una felicidad que arranca unas dos o tres horas antes, es hablar sobre como prepararse para cada partido en el estadio, de prepararse con mi papá y mientras caminamos hacia el encuentro, recordar esas anécdotas riquísimas que él vivió a mi edad, contándome sobre jugadores como Ricardo Bochini, máximo jugador ganador en la historia del club, y el que más partidos disputó con la camiseta de Independiente. "Hijo, vos tuviste que haber visto al 'Bocha', tiraba magia cada vez que tocaba la pelota, era único" y mi rostro llenarse de felicidad. Es prepararse y bancar en cualquier momento al club, no importa si el equipo gane, pierda o empate (obviamente, es mejor que gane). Cuando hablo de bancar me refiero a estar siempre presente, pase lo que pase.

Cuando estamos en la calle Alsina, luego de haber superado todos los 'cacheos' policiales, y nos encontramos a metros del estadio, vemos la marea "Roja" que cubre la cuadra, mucha gente muy joven, niños, adolescentes, adultos y gente mayor esperando lentamente para ingresar al potrero de Avellaneda, con un clima de mucha algarabía. "Papá, cada vez más cerca estamos, tengo muchísima ansiedad" le digo a mi padre, quien a su vez contesta "quedate tranquilo hijo, ya estamos por entrar", tratando de calmar mis ansias y quizá, nervios. El olor a parrillada nos tienta muchísimo a mi papá y a mí, y comemos hamburguesas, o a veces choripanes. Los choripanes son una especie de sandwich, son chorizos de cerdo dentro de un pan francés. Luego, vemos la cancha, con la frente bien en alto. Si bien el viejo estadio del cual mi papá me habla siempre, la antigua "Doble Visera", el primer estadio de cemento construido en Sudamérica en el año 1928, en el cual vio muchos títulos, ahora está siendo remodelado y todavía le falta un par de meses para que se culmine la construcción de la nueva obra. Aún así, es un placer ver el estadio sin haberse terminado. Siempre es lindo verlo, aún sin terminarse. A partir de ahí, vamos hacia la Puerta 3, que está sobre la calle Bochini, mostramos la credencial de socios y entramos.

La pasión y el aliento que se percibe en el ambiente es muy fuerte, el estadio está repleto y listo para aplaudir a los 11 jugadores que salen a vestir la casaca roja con todo profesionalismo. Mi papá y yo, contentos, nerviosos y ansiosos por saber lo que puede llegar a pasar.

Que empiece el juego señores...

Luca Franzi.

lp.franzi@hotmail.com

martes, 30 de junio de 2015

Una placita en el corazón de la ciudad de Avellaneda



Avellaneda es la ciudad cabecera de la Provincia de Buenos Aires y se encuentra separada  de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires por el Rio Matanza- Riachuelo,  para cruzar de un lado al otro en transporte público, solo se necesitan 10 minutos. Su nombre original fue Barracas al Sud, por la gran cantidad de barracas establecidas a lo largo de la riberas del Riachuelo, y hace unos años solo era considerada una ciudad “de paso” hacia el centro porteño.
 
Hoy Avellaneda es una ciudad con cultura propia. Uno de los lugares más característicos de esta ciudad es la conocida “Placita Alsina”, la cual tuve la oportunidad de visitar contadas veces. Ubicada sobre Av. Mitre, principal arteria vial de la ciudad, entre las calles Alsina y Gral. Lavalle,  abarca aproximadamente una manzana, tiene un patio de juegos muy modernos, y espacios para sentarse y pasar el rato, el monumento a Nicolás Avellaneda se encuentra en el corazón de la plaza, y está rodeado de espacios con césped y arboles. La última vez que visité el lugar utilicé la línea de colectivo 17, lo tomé en el metro bus de la ciudad de Buenos Aires y solo tardé 25 minutos en llegar. 

Es muy fácil viajar hasta allí por la gran cantidad de colectivos que por allí circulan, llegan  tanto desde otras zonas del conurbano bonaerense como desde el centro porteño. 
Aquella vez que visité la placita era pleno invierno y  la luz del sol iba apagándose de a poco. Me bajé del colectivo en Av. Belgrano y caminé un par de cuadras. Con las manos en los bolsillos tratando de conservar un poco el calor ingresé a la plaza desde la calle Alsina. Me encontré una placita colorida y ruidosa, invadida por niños con guardapolvos y uniformes escolares que  habrían salido de la escuela hacía pocos minutos y poco les importaba el frío que a mí me desesperaba. Las madres ocupaban los asientos mientras charlaban y tomaban mate, por lo que deduje que tal vez, llevar a sus hijos a la plaza luego de la jornada escolar, ya sería una costumbre. Crucé el patio de juegos en dirección a la calle Lavalle. Cerca de los juegos  y enfrente de la plaza, se encuentra la parroquia Nuestra Señora de Asunción, en frente de ésta, unos adolescentes jugaban a la pelota en remera, mientras otros esperaban su turno para jugar, sentados en la puerta de la iglesia. La conocida Catedral de Avellaneda tenía un cartel que detallaba los horarios en los que se podía visitarla (lunes a viernes de 8 a 19 hs, domingos misa de 9 a 11hs). Observé que la iglesia, si bien estaba rodeada de imponentes y altísimos edificios, no dejaba de llamar la atención con su arquitectura relativamente moderna. A la izquierda del edificio, y delante de éste se alzaba una inmensa cruz. Además en la entrada, el pasto estaba bien cortado y los arbustos podados, dando cuenta del buen estado y mantenimiento del establecimiento.
  
Ingresé a la iglesia y me senté en uno de los tantos bancos de madera junto con otras personas que en silencio oraban plegarias. Constaté que la arquitectura por dentro también era moderna, sin embargo el ambiente era frío  y un tanto sombrío, y el silencio profundizaba en mí la sensación de soledad. Había poca entrada de luz natural y varios sectores de la capilla estaban en penumbras, además las paredes estaban pintadas de un verde oscuro y apagado que no ayudaba para generar un ambiente cálido. Justo enfrente de los bancos se alzaban las estatuas de un Jesús crucificado y a su derecha e izquierda otras figuras reconocidas por la iglesia. Por debajo de esas estatuas había adornos con flores que parecían de plástico.  En frente de las estatuas y opuesto a los bancos donde se sentaba la gente, había una mesita con un mantel blanco vacía, donde supuse el cura se ubicaba para habar los días de misa. Desde la entrada luego de unos minutos de silencio total se comenzó a escuchar un suave murmullo. Eran  mujeres que intercambiaban palabras de aliento, cortando por minutos aquel silencio triste. La verdad que no tenía nada de especial aquella parroquia con otras que he visitado, por lo general el ambiente es el mismo; los bancos, las imágenes bíblicas y hasta las personas que allí concurren, o al menos yo suelo percibir siempre lo mismo de estos lugares, poco acogedores y frívolos.

Salí  de la Iglesia un tanto apurada, esquivando  un amontonamiento de ropa que funcionaba de  arco improvisado y continué mi recorrido dirigiéndome hacia la Avenida Mitre, donde estaba la  feria de artesanos. Los puestitos estaban ubicados en la zona de la plaza que da a la Avenida, y sobre la otra calle,  Gral. Lavalle. Ingresé a la feria desde Lavalle, y comencé a observar lo que cada puestito ofrecía. Todos los productos que se vendían  eran artesanales, y los precios  accesibles.

Apenas comencé a adentrarme en la feria, me invadió el olor a incienso de vainilla que impregnaba  el  lugar, mezclado con olor a madera. Observé que muchos de los vendedores estaban trabajando y elaborando artesanías  al mismo tiempo que atendían y conversaban, con mates de por medio, con sus vecinos de los puestos.

Se vendían objetos de plata, madera, cuero, cerámica y vidrio, entre otros, también ropa y calzados. Si bien a medida que el sol se ocultaba y la temperatura iba en descenso, el ambiente de la feria era cálido y alegre. Había muchas personas paseando y  deteniéndose en cada puestito. Por momentos compradores y vendedores hablaban como si se conocieran de toda la vida, lo que me hizo suponer que los vecinos solían comprar con relativa frecuencia en la feria artesanal y ya conocían a los artesanos. Por eso, si bien Avellaneda centro se caracteriza por la gran cantidad de edificios, locales y tránsito, parece ser que perdura cierto sentimiento barrial, al juzgar por la relación entre vecinos. Una conversación entre ambos me dio la razón; “¿cómo va eso?” preguntó un señor al pasar por un puesto que vendía ropa, “acá la estamos remando, José. Se pone un poco jodido a fin de mes” contestó el vendedor mientras tejía lo que parecía una bufanda. Seguí caminando, esquivando gente y mirando los estantes de cada puesto, hasta que llegué a uno en el que vendían adornos de vidrio, me sorprendieron en especial unas pequeñas macetitas que contenían unos cactus de vidrio de muchos colores. Los adornos eran muy lindos, y al haber distintos tamaños los precios variaban desde $30 hasta $170. Compré un adorno para regalar y me sobró dinero para comprar en otro puesto, una mini cajonera de mimbre a solo $70. La feria es un  lugar muy recomendable para comprar regalos, dado que los productos son particulares y hechos a mano, además hay precios para todos los bolsillos. Es preferible en mi opinión comprar allí  antes que en locales de marcas masivas, porque cada producto es único y da la sensación de que se regala algo especial a las personas que queremos. La artesana que me vendió la cajonera de mimbre me comentó que la feria abre todos los jueves y viernes de 10 a 21 hs. Me sorprendió mucho como al avanzar la tarde, (ya eran las siete  pero estaba muy oscuro) la feria se iba llenando cada vez más de gente. Y me sorprendió porque la plaza está rodeada de locales, y sin embargo la gente elige comprar artesanías.
  
Recorrí la feria hasta que terminaron los puestos. A medida que me alejaba del monumento de la plaza, un tanto aturdida por el ruido que generaban los colectivos, motos y autos, (ya era hora pico, y la gente regresaba de capital federal de trabajar y estudiar) dirigí la mirada atrás para observar el patio de juegos que ya estaba vacío y poco iluminado. Los niños  no estaban, ni siquiera los chicos que jugaban a la pelota, y si bien estaba ya a varios metros de distancia de la feria, el olor a incienso persistía con fuerza, o tal vez había quedado impregnado en mi ropa. Al cruzar la Avenida Mitre tuve que preguntarle a un vecino por la parada del 22, que no localizaba por ningún lado.  “Fijate que los bondis que cruzan a Capital paran todos allá” dijo señalando una parada de colectivos cerca de donde yo estaba. (Los argentinos usamos la palabra “bondi” para hacer referencia al colectivo). Me dirigí hacia donde el hombre me indicó, y esperé  a que el próximo 22 parara en ese lugar. Me senté y esperé unos minutos el bondi para regresar a mi casa en San Telmo, después de haber pasado una linda tarde fría en la plaza céntrica de la ciudad de Avellaneda.

Leila Bitar.

bitar.7@hotmail.com


Presentación del Blog

Hola a todos, en este blog la idea es presentar distintos lugares históricos que caracterizan a la Ciudad de Avellaneda, destacando y describiendo los lugares más importantes de la localidad.

¡Esperemos que puedan disfrutar este blog!